Ramón López Castro, más allá del Hierofante literario

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El presente son extractos de la conferencia “Cartografía del cuento y del ensayo fantástico” impartida por escritor Ramón López Castro realizada en Mayo del presente año en la librería Fray Servando Teresa de Mier del Fondo de Cultura Económica, en Monterrey, México, que coordiné con apoyo de Conarte. Ramón López Castro ha publicado los libros de relatos fantásticos “El sol sea con nosotros” (1996), “El salmo del milenio” (1998), “Soldados de la incertidumbre” (2000) y el libro “Expedición a la ciencia ficción mexicana. Ensayo” (2001).

“La ciencia ficción y la literatura fantástica es evidente tienen muchos referentes culturales, ¿Por qué? Porque la fantasía ya salió del clóset, básicamente es ya un fenómeno mundial, toda la cuestión de las series televisivas que tienen o adaptan a escritores que antes eran de pequeños círculos como George R.R. Martín que yo lo conocí en la ciencia ficción. La ciencia ficción es parte de nuestra vida diaria, y junto a la fantasía,  terror y el cuento policíaco coexisten y tienen  mecanismos similares.

El impulso narrativo de la narrativa de ciencia ficción y la literatura fantástica proponen una lógica distinta, no proponen una sinrazón, no proponen un universo sin leyes, hay reglas, y todo el universo creativo humano, salvo quizá el surrealismo, obedece a esas reglas, reglas que le dan verosimilitud, que no son verdad,  como el derecho y las leyes humanas no son un elemento co sustancial a las leyes del universo pero tenemos que crear estas ficciones para vivir en sociedad, el dinero no es una realidad del universo, no hay una ley que regule necesariamente las relaciones humanas basadas dinero , como existe la ley de la gravedad, no es co sustancial  a la estructura intrínseca del universo,  de igual manera, el que existan magos, orcos o unicornios no es esencial para el género fantástico,  o las naves especiales no son esenciales para la ciencia ficción, pero son elementos que junto a un ecosistema dan certidumbre y verosimilitud y eso es lo que busca el escritor de fantasía y ciencia ficción. No busca crear entelequias solamente por la creación de las mismas, siempre trata de reflejar un orden que el autor propone al lector”.

Una guía de lectura sugerida tiene que ver con el trabajo del lector pero también con el trabajo del escritor;  el Hierofante, era en la antigua religión de los griegos, el mago mayor que podía invocar a los dioses, y que renunciaba a su propio nombre, es el sacerdote que se ofrenda a un secreto, el secreto en este caso es el de la narración, y el secreto del lector y del escritor es escoger quien va ser su mago,  quien va ser su santo patrono,  a que escritoras  o escritores vamos a leer.

Tal vez elijas como modelo a H.P. Lovecraf, José Luis Borges, Ernest Hemingway, Henry James, George R.R. Martin, J.R.R. Tolkien, ésa es una decisión vital como escritor y como lector, a quienes vas a leer, a seguir, quienes van a ser tus banderas, y por lo tanto vas a tener que estudiar a tu maestro, asimilarlo, imitar su estilo, encontrar sus reglas, encontrar su mecanismo, desmontarlo y reproducirlo y en un cierto momento hasta adorarlo o rendirle pleitesía, pero también vas a tener que abatirlo, vas a tener que matarlo y luego trascenderlo.  Eso es importante, muchos escritores no pasamos del Hierofante, no pasamos de la adoración, de la filia o la voluntaria sumisión a un estilo.

Recomienda en los talleres literarios que antes de empezar con  H.P. Lovecraf, se vea a otros autores: “Lovecraf es muy radical, prepondera las atmósferas y la ambientación, la acción está predestinada, sabemos que los personajes tendrán un fin atroz, no hay salvación en el universo de Lovecraft; propone además mucha adjetivación, y sabemos que el adjetivo mata y no da vida, el verbo es lo importante, si Lovecraf es importante es porque tenía una intención distinta. Henry James tiene un estilo magro, depurado, en el cual las acciones son el iceberg, es un manguera con alta presión que está limpiando y puliendo, deja en los huesos la narración,  y lo que no se dice es, es decir, lo más importante de la narración. Si sigues a Henry James o Borges o Hemingway,  tendrás que entrar en un régimen alimenticio donde le quites a tus textos los adjetivos y les refuerces los músculos y los huesos de los verbos y de las acciones para que resulte más importante lo que no se dice. Pero el problema de esos textos, la gran ironía, es que las atmósferas se ven muy atemperadas, la ambientación no es tan importante, lo importante es la acción”.

 

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